Para los estudiosos del cerebro humano, es necesario regular el uso de los teléfonos móviles para favorecer el bienestar mental de los niños. En efecto, los efectos de estas herramientas pueden ser devastadores.
Usar demasiado el móvil es malo, sobre todo para los jóvenes. Evidentemente, se trata de una suposición bien conocida y bastante obvia. Sin embargo, si hay pruebas científicas que lo afirmen, entonces el asunto se vuelve más serio. De hecho, no se trata de una cuestión de comportamiento, sino de que los neurocitos están en peligro.
Entre los defensores de esta tesis se encuentra Luigi Galimberti, psiquiatra, toxicólogo y pionero del tratamiento de la adicción mediante la Estimulación Magnética Transcraneal. A raíz de esto, ha decidido emprender una iniciativa en relación con el uso de los smartphones que podría tener, cuando menos, resonantes implicaciones.
Junto con la Fundación Novella Fronda está preparando una petición ministerial para regular el uso de smartphones en horario escolar hasta el bachillerato. Sin embargo, la medida también afecta a los adultos responsables de la supervisión. Por tanto, también se les impondrían sanciones en caso de no supervisar.
Una auténtica revolución en la línea de lo que ocurrió hace años con el tabaco y los cinturones de seguridad en los coches. Todo para permitir que el cerebro «respire» un poco y se desprenda de los sistemas informáticos aunque sólo sea por unas horas. Una iniciativa sin precedentes que obedece a un motivo concreto.
De hecho, como explicó Galimberti en una entrevista a «Il Giornale», los teléfonos móviles y los dispositivos móviles en general actúan sobre la materia gris del mismo modo que las drogas. Todo empieza con una alteración de ciertos neurocitos del cerebro que hace que la persona deje de controlar su comportamiento. Puede volverse agresiva contra sí misma o contra los demás.
Esto se ve respaldado por noticias como peleas y violencia que parten de la búsqueda desesperada de sensaciones cada vez más intensas en ausencia de las cuales uno puede experimentar un intenso dolor mental. En la práctica, una vez que uno «establece» una relación con su teléfono, está cada vez más deseoso de experimentar cosas nuevas, como descargarse la última aplicación o chatear con gente nueva que acaba de conocer. En resumen, cualquier excusa es buena para usar el teléfono, por lo que hay que enseñar a los jóvenes la forma más adecuada de utilizarlo y evitar que se conviertan en adictos.