Contrariamente a lo que se puede pensar, alterar la experiencia onírica y aumentar la posibilidad de tener buenos sueños es posible. He aquí cómo.
Tener pesadillas no es nada agradable. Te despiertas inquieto y corres el riesgo de que tu día se vea afectado si la visión que tuviste mientras dormías fue realmente aterradora. Sin embargo, existe una solución que puede invertir la tendencia y hacer que los sueños sean mucho más agradables.
De hecho, según la ciencia, de alguna manera puedes dar inputs al cerebro para intentar subvertir la dinámica de los sueños. Evidentemente, no se trata de algo matemático y seguro, pero es un intento que a largo plazo puede, sin embargo, dar importantes frutos.
En este sentido, es muy importante la opinión de William C. Dement, catedrático de Psicología de la Universidad de Stanford y director del departamento de Investigación del Sueño y Programas Clínicos. Según su pensamiento, bastan unas pequeñas medidas para aumentar las posibilidades de tener un buen sueño.
Lo dejó claro en su libro ‘El sueño y sus secretos. Dormir bien para vivir mejor’. Un buen ejemplo mencionado por la lumbrera de la psicología es acercar un frasco de perfume a la nariz de la persona dormida o, alternativamente, soplarle aire en la cara con un ventilador.
Otra estratagema consiste en silbar suavemente cerca de los oídos de la persona dormida, con claridad pero sin subir demasiado los decibelios, pues de lo contrario se corre el riesgo de despertarla y estropearle el sueño. La iluminación también es crucial. De hecho, Dement sugiere encender una luz suave en la habitación donde se duerme.
Si, por el contrario, se prefiere la opción natural y económica, conviene no oscurecer demasiado la ventana para que los primeros rayos del sol de la mañana puedan iluminar la habitación. Hay que evitar la oscuridad y la penumbra porque son más propensas a provocar pesadillas desagradables.
Pero eso no es todo. El Prof. Dement también se centró en por qué uno no puede recordar la información y las imágenes almacenadas durante un sueño. Esto depende del tiempo transcurrido entre el final del sueño y el momento de despertar. Según estudios realizados en los laboratorios de Stanford, quienes se despiertan repentinamente durante la fase REM tienen más probabilidades de recordar el sueño que quienes se despiertan un cuarto de hora después de la fase REM.