Estafas sentimentales, el drama del que poco se habla: cómo defenderse de los violadores emocionales
Cada vez son más las personas estafadas mediante estos turbios ardides. Veamos cómo reconocer y cómo evitar ser víctima de estafas románticas.
Hoy en día, las estafas persiguen todos los aspectos de la vida de las personas, incluso los sentimentales. Puede parecer algo atroz, pero quienes se dedican a estos delitos no miran a nadie a la cara, y mucho menos al corazón. En consonancia con los tiempos que corren, cada vez son más las personas que buscan pareja a través de Internet.
Tener un primer contacto mediado (normalmente social o por correo electrónico) ayuda a lidiar con la timidez y a soltarse un poco más, sobre todo a quienes les cuesta relacionarse. Está claro que los delincuentes estudian bien a sus víctimas (por ejemplo, a través de los perfiles sociales) para poder causar más impresión. El objetivo es ganarse la confianza de la persona para luego pasar a pedirle favores personales, que suelen ser grandes préstamos financieros.
Estafas sentimentales: qué mecanismos se activan y cómo erradicarlas
El trabajo que se realiza es también bastante meticuloso. Se indaga en el pasado de los sujetos elegidos, que en la mayoría de los casos son mujeres de edad más o menos avanzada, solteras, divorciadas o viudas. Esto no significa que los hombres no puedan ser también el objetivo. Tal vez se les haga creer que al otro lado hay una mujer atractiva capaz de seducirles.
Las tramas son infinitas y, por tanto, las posibilidades de éxito son bastante altas. Una vez concluida la fase de estudio, se intenta hacer incursiones en el corazón del pobre desgraciado con argumentos que atraigan su interés o traten de compensar sus carencias.
Ocurre algo irracional que hace que la víctima se sienta comprendida y segura. Algo clasificable como violación emocional ya que quienes caen en estas trampas sufren enormes daños tanto psicológicos como económicos. Aunque no se toca lo físico, tiene todas las connotaciones de violencia ya que se abusa de los sentimientos y de la buena fe.
Pero, por desgracia, quienes se encuentran en estas situaciones no suelen denunciarlas. Sólo el 5% decide acudir a la policía una vez que se da cuenta de que detrás de esa figura inicialmente querida se esconde un verdadero monstruo que no tiene otro interés que extorsionar. Al mismo tiempo, es necesario recurrir a un fuerte apoyo psicológico para superar el trauma, tal vez a través de grupos de personas que ya han experimentado en carne propia esta bajeza y que, a su vez, pueden ayudar a quienes aún no han logrado reponerse.