El llanto es la máxima expresión del dolor: ¿por qué, entonces, los hombres lo reprimen más que las mujeres? Depende de varios factores…
Que los hombres tienden a llorar mucho menos que las mujeres es casi un hecho; pero ¿hay alguna razón científica detrás de esta falta de desahogo?
Hay más de una respuesta a esta pregunta: la capacidad de desahogar las emociones puede depender tanto de una tendencia hormonal como del contexto cultural en el crecimiento y la edad adulta.
No existe una ciencia real que determine la tendencia a llorar: muchas mujeres tienden a reprimir el llanto, al igual que muchos hombres no ocultan sus lágrimas, ya sean de alegría o de tristeza.
Sin embargo, es posible analizar las razones que subyacen a este fenómeno para comprenderlo mejor.
Aunque con algunas excepciones, los hombres parecen ser menos propensos a llorar que las mujeres, que parecen tener un acceso más directo a las lágrimas. Pero, ¿cuáles son las causas de esta diferencia en los hábitos de llanto entre hombres y mujeres? Las razones son muchas y pueden atribuirse a una combinación de factores científicos y culturales.
Desde un punto de vista biológico, las hormonas desempeñan un papel importante en este fenómeno. La testosterona, hormona más abundante en los varones, puede tener un efecto inhibidor del llanto, mientras que la prolactina, presente en niveles más elevados en las mujeres, puede facilitarlo. Sin embargo, reducirlo a una cuestión hormonal es un error: el punto de vista cultural desempeña un papel igualmente importante.
De hecho, en muchas culturas, el llanto masculino se considera un signo de debilidad, lo que puede llevar a muchos hombres a contener las lágrimas por miedo a ser juzgados negativamente, en una especie de «tabú cultural» y social. Sin embargo, hay que señalar que esta actitud puede variar según las sociedades y las circunstancias culturales, y en algunas situaciones llorar puede considerarse un signo de nobleza de espíritu. Por supuesto, la edad también influye, y los estudios demuestran que las generaciones recientes, como los millennials y la generación alfa, tienen una sensibilidad mayor y más visible que las más antiguas.
Un tercer factor a tener en cuenta es la riqueza económica del país en el que se vive. Según varios estudios, parece haber una mayor propensión a llorar en las naciones más ricas. Así pues, los factores culturales y socioeconómicos pueden interactuar de forma compleja a la hora de determinar el comportamiento relacionado con el llanto. Por último, cabe señalar que las diferencias de género en el llanto surgen o se intensifican durante el desarrollo. Antes de la adolescencia, niños y niñas tienden a llorar en un grado similar, pero a medida que avanzan el tiempo y el desarrollo, empiezan a surgir diferencias en los patrones de llanto.