La demencia ya no es sólo una realidad de la vejez: el sedentarismo aumenta los riesgos, pero podemos aprender a combatirla.
Cuando la gente piensa en la demencia, tiende a pensar en una enfermedad que sólo aparece en la vejez, sobre todo si hay antecedentes familiares relacionados. Pero, por desgracia, esto ya no es así.
Un estudio reciente financiado por los Institutos Nacionales de la Salud ha demostrado que existe una relación entre el sedentarismo y la demencia: pasar 10 horas al día inactivo puede aumentar significativamente la probabilidad de desarrollar esta enfermedad en etapas posteriores de la vida.
10 horas pueden parecer muchas, pero si tenemos en cuenta el tiempo que pasamos sentados en la oficina, en el sofá, en el coche o mientras comemos fuera, no es difícil imaginar lo común que es alcanzar esta cifra en los tiempos modernos.
Esto plantea una pregunta importante: ¿qué se puede hacer mientras se está sentado para reducir los efectos negativos sobre la salud cognitiva?
En el pasado, tanto los niños como los adultos estaban en movimiento al menos 10 horas al día, trabajando, recreándose, relacionándose en la comunidad y simplemente divirtiéndose. Hoy, gracias a la tecnología, es posible trabajar, entretenerse y vivir sin moverse de casa ni del sofá. La tecnología ofrece oportunidades extraordinarias, pero también es un arma de doble filo. De hecho, si permanece sentado muchas horas seguidas, corre el riesgo de dañar su salud a largo plazo.
Sin embargo, aumentar el tiempo de pie y caminando durante el día puede no ser posible para todo el mundo, especialmente para quienes utilizan una silla de ruedas o pasan muchas horas frente al ordenador en el trabajo. En estos casos, los estudios sugieren adoptar algunos hábitos básicos para favorecer la energía y reducir la inflamación, los dos factores de riesgo, ayudando así a prevenir el deterioro cognitivo.
Entre los comportamientos que pueden adoptarse para combatir los riesgos de demencia, el primero es sin duda revisar la dieta, para aumentar el consumo de verduras nutritivas. Este tipo de dieta puede mejorar el metabolismo, facilitar la digestión, prevenir la inflamación y promover una mejor salud en general. Además de la dieta, es esencial complementar la actividad física diaria con al menos 45-60 minutos, incluyendo ejercicios aeróbicos y de resistencia, que también pueden realizarse sentado, con la ayuda de bandas elásticas o cintas de correr.
A pesar de la importancia del movimiento y la dieta, es sobre todo la calidad de nuestro descanso lo que influye en nuestra salud. Es aconsejable dormir al menos entre siete y ocho horas cada noche. Para favorecer el sueño, puede ser útil dedicar tiempo a la meditación y otras prácticas regeneradoras, como el yoga, la respiración profunda y los baños de sonido. Por último, no hay que subestimar la importancia del entrenamiento cerebral, que ayuda a mantener la salud cognitiva: incluso un simple crucigrama o sudoku puede mantenernos en forma.