Sentirse constantemente juzgado en el transcurso de una relación puede acarrear repercusiones negativas de no poca magnitud. Veamos qué formas de juzgar pueden minar la relación.
En el transcurso de una relación es normal enfrentarse y tener puntos de vista diferentes. Sin embargo, esto no significa que haya que entregarse a la crítica a toda costa y por cualquier cosa. Por otra parte, siempre está la persona amada, que debe sentirse más admirada que juzgada. Atacarla por todo lo que no nos conviene no es sano.
La consecuencia lógica es que la otra parte activa casi mecánicamente un sistema de defensa a ultranza y conduce a un ciclo conflictivo del que es difícil salir. Juzgar constantemente desgasta la relación y, a la larga, puede llevar incluso a la ruptura definitiva.
La pareja que dedica su tiempo exclusivamente a juzgar espera que el otro haga las cosas no sólo perfectamente, sino también como él espera que se hagan. Algo imposible en la práctica ya que la perfección no existe y cada uno tiene su manera de hacer las cosas.
Desgraciadamente, lo que se produce es una disminución de la autoestima y de la confianza en el otro, una disminución de la intimidad y una especie de creación de un juego de poder en el que el que critica siempre se eleva a una posición de superioridad. Esto puede llevar a una forma de abuso emocional para tener el control sobre la relación. Cuando éste es el caso, romper no sería tan imprudente.
Esto no significa que haya que aceptar cualquier aspecto de la otra parte sólo para evitar la polémica. Todo está en la forma de hacer las cosas, porque hay una diferencia entre polemizar sobre una actitud y ofender a una persona para señalar sus defectos y denigrarla. En el primer caso la crítica tiene un sentido y está orientada al progreso. En el segundo tiene el propósito de herir y, por tanto, no conduce más que a un mayor descontento.
Así que, volviendo al meollo de la cuestión, hay algunas críticas que son objetivamente inaceptables y son las que se refieren al aspecto físico, el estilo de vida, la estabilidad emocional y las críticas relativas a las elecciones personales. De hecho, estos aspectos, independientemente de cómo se decida vivir en pareja, forman parte de la esfera individual de cada uno, que la persona amada debe comprender absolutamente y no cuestionar nunca sólo porque algo no le convenga.