Hay un volcán en el mundo que escupe lava azul fosforescente. Un espectáculo tan extraño como insólito. Descubramos las razones (científicas).
En las profundidades de Indonesia se «cuece» un volcán muy peculiar, ciertamente peculiar: es la caldera de Ljen, famosa por tener un cráter de un color muy peculiar. Pero, ¿qué es este lugar fantasmagórico y absolutamente extraño?
Pues bien, situada en el ala este de la isla de Java, la caldera se extiende a lo largo de veinte kilómetros y es técnicamente una depresión volcánica formada hace 50 mil años. También tiene en su interior los llamados «estratovolcanes», más pequeños; entre ellos está el Kawah ljen, objeto del artículo de hoy.
De hecho, el volcán presenta una lava de un color imposible: azul fosforescente, un brillo impensable para un volcán. En realidad, existe una explicación científica muy sencilla; y no es casualidad que el volcán Dallol, en la lejana Etiopía, en África, presente el mismo tipo de lava. Se trata, por difícil que parezca pensarlo, de un fenómeno completamente natural.
El color, para complicar las cosas, es azul turquesa durante el día; por la noche, sin embargo, la lava emerge con su color tan especial. Durante el día, el color turquesa no debe engañar, porque se trata de un lago ácido, uno de los más grandes del mundo.
El fenómeno del color de la lava sólo se produce por la noche, ya que está causado por la combustión de gases a base de azufre, «bombeados» a temperaturas y presiones muy elevadas, calculadas en torno a los 600 grados. Los gases escapan, a su vez, de las fracturas de la corteza del volcán. Los gases, tras quedar expuestos al aire y, por tanto, al oxígeno, arden con fuerza y velocidad, condensándose en azufre líquido, de color azul. Sin embargo, como las llamas también arden con fuerza, el efecto está cargado de fosforescencia.
Pero, ¿qué tamaño tiene este lago volcánico? Es un kilómetro que contiene casi 36 millones de metros cúbicos de agua, con un pH de 0,45 en las orillas y 0,13 en la zona central, debido al altísimo contenido de ácido sulfúrico y clorhídrico. El resultado es un altísimo nivel de acidez absolutamente mortal.
La última vez que el volcán entró en erupción fue en 1817; en aquella ocasión, tras 33 días de explosiones de lava, el sol quedó oscurecido por la cantidad de ceniza levantada y las reservas de agua envenenadas por los gases ácidos. Una catástrofe en aquel momento para Indonesia y su frágil economía de subsistencia.