La mayor amenaza del espacio profundo está oculta a la vista; son los llamados «asteroides invisibles».
Poca gente lo sabe, pero la NASA tiene en sus archivos miles de asteroides marcados como «amenaza potencial» para la Tierra. Afortunadamente, ninguno, al menos en un futuro próximo, parece estar en rumbo de colisión con la Tierra. Sin embargo, recientemente han aparecido ejemplos de asteroides que la NASA sabe que existen, pero que no puede localizar.
Esto no es ningún misterio, porque los asteroides sólo son visibles cuando reflejan los rayos del sol o de cualquier estrella. Si no, ¿qué son al fin y al cabo? Piedras flotando en el espacio, ni más ni menos.
Un ejemplo de ello ocurrió el 15 de febrero de 2013, cuando un meteorito invisible procedente de NASS impactó contra la ciudad de Cheliábinsk (Rusia). Al impactar con la atmósfera, el meteorito se fragmentó en miles de fragmentos que también golpearon violentamente la ciudad, destrozando las ventanas de más de 7.000 viviendas, provocando quemaduras ultravioletas e hiriendo a un total de 1.600 personas. Nadie murió, afortunadamente; sin embargo, los daños fueron muy cuantiosos.
Sucesos como el ocurrido en Rusia son, en verdad, extremadamente raros; cada cincuenta o cien años, estiman los científicos. Pero, por supuesto, existen las excepciones, los accidentes muy desafortunados.
En particular, se ha observado que los asteroides que recorren una trayectoria en el espacio de tal forma que no son alcanzados por los rayos solares son especialmente peligrosos; por ello, detectarlos suele ser difícil, si no imposible. Muchos de estos meteoritos ni siquiera llegarán a descubrirse cuando impacten contra la Tierra, porque se desintegran al primer contacto con la atmósfera.
Sin embargo, también hay asteroides capaces de arrasar ciudades enteras, de devastar toda una zona geográfica; se trata de asteroides con un diámetro de 140 metros, descritos como «city killers» en la jerga inglesa. Menos de la mitad, es decir, el 40%, han sido descubiertos por los científicos, pero aún quedan 14.000 asteroides potenciales, que se dirigen hacia la Tierra y son potencialmente capaces de devastarla. Una amenaza nada desdeñable.
La mejor manera de descubrir asteroides de este tamaño es hacerlo desde el espacio; es decir, colocando telescopios en órbita, capaces de observar a gran profundidad en el espacio, más allá de lo que pueden hacer los telescopios terrestres. En la actualidad, sólo hay un telescopio que funcione en el infrarrojo, capaz de detectar asteroides «invisibles»; se trata de NEOWISE, también denominado Near-Earth Object Wide-field Infrared Survey Explorer.