El buen funcionamiento y, por tanto, el menor consumo de electricidad de los electrodomésticos también depende de la limpieza.
Y, por supuesto, también su mantenimiento. Esto se aplica a todos los electrodomésticos de la casa y, con mayor razón, hay que tenerlo en cuenta cuando se habla del frigorífico. Éste ha adquirido realmente una importancia capital, desde que llegó a los hogares italianos en la segunda mitad de la década de 1940.
Gracias a este aparato, los alimentos y los platos cocinados pueden conservarse de la mejor manera posible, evitando el desperdicio de comida. Podemos decir que es aún más indispensable cuando hablamos de frigorífico y congelador juntos. En este último caso, de hecho, los usuarios tienen la posibilidad de congelar todo lo que vayan a utilizar en el futuro.
Hay que decir, sin embargo, que el mantenimiento y la limpieza nunca pueden faltar. Porque está en juego su funcionamiento, su consumo, que de otro modo sería demasiado elevado, y también la formación de gérmenes y bacterias. Estas últimas, como bien sabes, son realmente perjudiciales para la salud humana. En el caso del congelador, hay una práctica que debe ponerse en práctica.
Y esto último es realmente muy, muy importante, ya que mejora su funcionamiento y, por supuesto, también mejora la conservación de los alimentos colocados en su interior. Sin embargo, es algo que a mucha gente le parece realmente molesto. Veamos, pues, qué es y cuál es la mejor manera de hacerlo.
En primer lugar, permítanos decir que aquellos usuarios que piensan que se trata de una actividad aburrida no se equivocan. De hecho, añadiríamos que también es bastante difícil. Pero hay que saber que existe un truco fantástico que lo facilitará y además permitirá hacerlo en poco tiempo. Nuestro consejo es repetir esta operación al menos tres veces al año.
Lo primero que hay que hacer es vaciar el congelador. Lo que contenga en su interior debe colocarse inmediatamente en una nevera para que no se descongele. Como bien sabes, una vez descongelados, los alimentos deben cocinarse. De lo contrario, se perderá. Una vez hecho esto, hay que quitar el tapón y los cajones del interior. Equiparse con trapos y colocarlos en el congelador.
Empezarán a absorber el agua que se formará. Y aquí viene al rescate el truco que queremos contarte. Lo único que tienes que hacer es preparar unos cuencos llenos de agua caliente, pero no hirviendo, y colocarlos en el congelador. Notarás que, con bastante rapidez, el hielo abandonará el aparato. Una vez limpio, estará listo para volver a introducir comida en él.