¿Qué no se debe meter nunca en la nevera? Hay ciertos alimentos que, si se meten en la nevera, corren el riesgo de pudrirse más rápidamente, desarrollar humedad o brotes inesperados. Descubramos cuáles.
Utilizar el frigorífico parece una seguridad; ¿tienes alguna duda? Es mejor guardarlo en el congelador o en el frigorífico. Un axioma que se aplica a la fruta y la verdura, pero no son pocos los que van un paso más allá, guardando incluso café, latas de sustancias condensadas, frascos de medicamentos, etcétera.
Pero, ¿es realmente siempre bueno querer utilizar el frigorífico? ¿O más bien uno se expone a riesgos considerables? En estos tiempos de energía cara y alimentos caros, es bueno no desperdiciar alimentos que no deberían colocarse en el frigorífico, dejando espacio para lo importante. Veamos juntos qué alimentos no se deben guardar nunca en la nevera.
El primero es el ajo, porque corre el riesgo de brotar mucho más rápido en el frigorífico que al aire libre; las cebollas, por su parte, desarrollan moho muy rápidamente si se dejan en el frigorífico.
Además, los tomates, si se conservan en el frigorífico durante mucho tiempo, pierden consistencia y se humedecen; el primer signo de que se acerca la podredumbre.
La miel corre el riesgo de cristalizarse, de tener una consistencia desagradable; la temperatura ambiente, a menos que sea excesivamente cálida, es perfectamente adecuada para la miel; no hay necesidad de arriesgarse a que se congele colocándola en el frigorífico de casa.
Incluso el pan, si se mete en el frigorífico, corre el riesgo de ponerse rancio en poco tiempo, ya que las bajas temperaturas aceleran drásticamente su dureza y, en general, esa sensación de «plasticidad» característica del pan viejo o de mala calidad. Es preferible guardarlo en el congelador, congelarlo directamente y recalentarlo después en el microondas o la tostadora, sin que pierda sus cualidades nutritivas.
No se trata, por supuesto, de una guía a seguir con principios científicos, de axiomas inescrutables; las cebollas, por ejemplo, son menos sabrosas, menos agradables de cocinar cuando se guardan en el frigorífico; pero cuando se trocean, el riesgo de ojos llorosos es considerablemente menor.
Por tanto, hay pros y contras, dependiendo también de dónde vivas y de la estación. En general, en verano todo se pudre más deprisa y meterlo todo en la nevera tiene más sentido; mientras que en otoño-invierno hay que evaluarlo detenidamente caso por caso.