Los tres consejos para evitar que los hijos sufran acoso escolar: pueden marcar la diferencia
Por desgracia, hoy en día muchos niños se enfrentan a incidentes de acoso escolar. Con un poco de prevención sana, se puede evitar que los hijos pasen momentos muy desagradables.
Preocuparse por los hijos es un hecho fisiológico. Una vez que vienen al mundo, uno intenta hacer lo mejor por ellos y, sobre todo cuando son niños o adolescentes, intenta preservarlos de la fealdad de la humanidad. Esto incluye el acoso escolar, un problema al que desgraciadamente se enfrentan muchos jóvenes.
Puede tener un impacto terrible en los jóvenes y, con toda probabilidad, también puede afectarles en años posteriores. Mucho depende del carácter que uno tenga de niño, pero también de la educación que le impartan sus padres. De hecho, con su influencia pueden proporcionar a sus hijos herramientas muy importantes.
Los tres consejos que pueden mantener a raya el acoso escolar
Lo primero que hay que hacer, e incluso no hacer, es sustituirlos. Por mucho que se pretenda protegerles, se trata de un error bastante grave. De hecho, si el niño ve que en los momentos difíciles el padre siempre está ahí, nunca aprenderá a resolver los problemas por sí mismo y desarrollará una fragilidad interior que no hay que subestimar en absoluto.
Esto también se refleja en los posibles ataques de los compañeros, que tienen más probabilidades de éxito debido a la ausencia de autodefensa. Pero cuidado, esto no significa que haya que dejarles en la estacada; las intervenciones deben ponderarse en función de la situación. Un mínimo de desapego puede ser muy productivo, por ejemplo, en situaciones que pueden hacer crecer.
Al mismo tiempo, sin embargo, también es necesario guiar a los hijos hacia el logro de la autoestima. Hacerles comprender que son iguales ante las situaciones y ayudarles a tener una percepción positiva de sí mismos es básico. Hay que hacerles comprender sus propios puntos fuertes y débiles, sus derechos y deberes, y que son dignos de amor y afecto.
Por supuesto, también tienen que dársela a los demás, pero con este planteamiento seguro que consiguen reaccionar ante situaciones que consideran injustas, como los ataques irritantes e infantiles de los acosadores. Por eso, todos los padres deben tomarse siempre en serio las emociones manifestadas por un hijo o una hija. Esto abre una ventana de ayuda en momentos de necesidad. Si hay confianza, será más fácil confiar y pedir la intervención de la madre o el padre para apaciguar una situación que ya ha alcanzado el punto de no retorno. Si, por el contrario, no existe tal base, se corre el riesgo de que la víctima se lo guarde todo dentro y siga sufriendo.