¿Cómo se puede evitar que el horno gaste más de la cuenta? No existe una solución única, pero sí muchos pequeños trucos para ahorrar dinero. Descubrámoslos juntos.
A pesar de las constantes proclamas de que la emergencia energética ha terminado -creencia, por parte de los políticos, confirmada por la supresión de las primas vinculadas al elevado precio de la energía-, en realidad, la larga ola de inflación y la guerra entre Ucrania y Rusia siguen repercutiendo negativamente en los ahorros de jubilados y familias, con facturas de gas y electricidad cada vez más elevadas. ¿Qué hacer? La situación es difícil.
Por supuesto, la primera solución es utilizar correctamente los aparatos, limitando al máximo el despilfarro y el abuso del sistema. Sin embargo, hay que ser consciente de que gran parte de los aumentos están relacionados con las especulaciones que llevan a cabo las empresas energéticas; el individuo puede hacer algo, pero desde luego no puede anular lo que son juegos alcistas de los grandes poderes del sector, desde el gas al petróleo, pasando por la producción de electricidad.
En cuanto a la lavadora, se suele recomendar utilizarla a temperatura base, con el programa ECO; en cambio, en el caso del lavavajillas, parece preferible evitar a toda costa el programa de secado, que ya de por sí es excepcionalmente energético. Y en cuanto a la secadora, mejor ignorarla por completo; demasiado cara, demasiado desorbitada para el consumo de un hogar normal.
El aire acondicionado, muy utilizado en los meses de verano, a su vez nunca debe estar a una temperatura superior o inferior a 6 grados respecto al ambiente exterior; mejor utilizar el deshumidificador que exagerar con temperaturas «glaciales». Por último, en el caso de aparatos electrónicos como ordenadores, cargadores de baterías, radios y televisores, dejarlos en stand-by supone un gasto adicional nada desdeñable.
El horno figura tradicionalmente entre los electrodomésticos que más energía consumen, una verdadera «monstruosidad» del consumo doméstico. Por eso urge reconsiderar su uso, prefiriendo modelos pequeños y eficientes. Es mejor dejar de lado los hornos grandes; no eres ni pastelero ni asador, no necesitas hornos «enormes».
También es esencial no ponerlo nunca cerca del frigorífico, ya que de lo contrario uno dañará al otro y viceversa. Por último, la limpieza diaria se antoja imprescindible, de lo contrario funcionará mal y con olores terribles.
Por último, cuando es otoño-invierno, siempre es bueno limitar el aubso de la calefacción; 20 grados durante el día está más que bien, 16-18 por la noche igual, de hecho sería excesivo subir el termostato. En general, reducir un grado la temperatura es la solución preferida por la mayoría.