Algunos regalos, a pesar de las buenas intenciones de quien los hace, no deberían aceptarse nunca porque traen mala suerte. Averigüemos cuáles, según los astros, deben evitarse absolutamente.
Hacer un regalo es algo que sale del corazón y aunque hoy en día se ha convertido en una práctica bastante habitual, sigue teniendo ese encanto gracioso que, independientemente del tipo de regalo, siempre se debe apreciar. Esto no quiere decir que no haya que tener gusto o regalarlos sin ningún criterio, de hecho hay que tener en cuenta algunos aspectos de no poca importancia.
Por ejemplo, según las creencias populares más supersticiosas, ciertos regalos no deberían hacerse nunca a nadie y los destinatarios, por su parte, deberían rechazarlos para evitar que la mala suerte les persiga. Intentemos comprender realmente qué hay detrás de algunos de los objetos que sería mejor no recibir nunca como regalo.
Por supuesto, esto queda relegado al grado de superstición de la persona. Para algunos, tener regalos de este tipo representa única y exclusivamente la alegría. Entrando en lo concreto del asunto, los espejos viejos representan por antonomasia la mala suerte. A veces, atraídos por el encanto vintage, se tiende a regalarlos a amigos y parientes. El espejo, sin embargo, según el pensamiento popular, no sólo refleja la imagen de la persona que se mira en él, sino que también alberga sus energías, ya sean positivas o negativas. Por eso, cuando uno decide regalarlo, éstas se derraman en la vida del destinatario.
En la misma línea están las muñecas, que parecen tener energías negativas en su interior y, por tanto, podrían transferirse a la vida de la persona a la que se regalan. Además, admitámoslo, con todas las películas de terror inspiradas en muñecas, alguna sugerencia es más que legítima. El discurso de los cuchillos y navajas es diferente. A menudo se regalan, sobre todo a quienes acaban de comprarse una casa nueva. No hay nada que decir sobre su utilidad, pero podrían representar la discordia y la ruptura de una relación.
Si para los artículos mencionados hasta ahora se puede encontrar un sentido más o menos lógico al reloj, la explicación es decididamente grotesca. Parece que regalarlo evoca el paso del tiempo y la consiguiente proximidad del fin de los días. Se trata, cuando menos, de una visión que estruja el cerebro, dado que se trata de un supuesto con el que se aprende a vivir desde una edad temprana. Sin embargo, parece que a algunos no les gusta que se lo recuerden.