Parece como si el verano acabara de llegar, pero falta poco más de un mes para que dé paso al otoño.
Y antes de que nos demos cuenta, aparecen los primeros fríos, que actúan como preludio de lo que es el invierno. Y en esta estación, la necesidad de calentarse aumenta de forma desproporcionada. El método más inmediato para hacerlo es, sin duda, el uso de radiadores. Basta con apretar un botón y listo. En un abrir y cerrar de ojos, la casa empieza a sentirse más acogedora.
Seamos realistas, no hay nada más agradable en invierno que llegar a casa después de un día entero de trabajo y tener esa sensación cálida, acogedora y mimosa. Es el sueño de todos. Y no se puede prescindir de él. El calor de los radiadores es envolvente, hace relajar. Luego, si le añades el diane, los cuadros escoceses y una película, es algo extraordinario.
¡Quizá con una buena taza de chocolate caliente! Sin embargo, el consumo de estos aparatos es muy elevado. Uno llega a final de mes, cuando lee la factura, con una amarga desesperación. Sobre todo en el último periodo, con la crisis galopante y la subida de precios de bienes y servicios. Afortunadamente, existía y sigue existiendo la bonificación de facturas de servicios públicos.
Sin embargo, hay que saber que existen muy buenas alternativas a los radiadores. Y para que las conozca antes de que sea demasiado tarde, le vamos a desvelar una realmente sorprendente. Al leer sus características, se sorprenderá, se quedará con la boca abierta. Y es algo muy, muy barato.
En realidad, parecen chimeneas. Se nota la llama, las brasas debajo. Y todo es tan realista que se sentirá como si estuviera delante de una chimenea encendida. Casi le parecerá oír el dulce y melodioso sonido de las llamas persiguiéndose unas a otras y haciendo crepitar la madera. Pero en comparación con la chimenea tradicional, no necesita chimenea.
Sí, porque como hemos dicho, son chimeneas de agua eléctricas que utilizan tecnología ultrasónica para su funcionamiento. El agua se atomiza y el juego de luces reproduce las llamas y brasas de las chimeneas reales. Tienen un diseño elegante y no producen humo. O mejor dicho, éste parece estar ahí, pero en realidad es el agua nebulizada.
Y es fácil regular tanto la intensidad de la llama como el humo y el calor producidos. Sólo se necesita un sencillo mando a distancia, incluido en el kit que se vende con el producto en cuestión. Y hay biochimeneas para todos los gustos. Las hay de pared que simulan las tradicionales, las hay que parecen mesas auxiliares delante de sofás y otras que parecen estufas. Cada cual puede elegir una en función de sus necesidades logísticas y económicas.