Un nuevo modelo de avión no tripulado está dando que hablar, asombrando a expertos y militares por igual. Un tipo de dron inédito y moralmente cuestionable.
Todo el mundo conoce los drones, son uno de los protagonistas absolutos del nuevo milenio; dentro de la Industria 4.0, después del Metaverso, las criptodivisas, el blockchain, las impresoras 3D y ahora la inteligencia artificial, los drones están a la cabeza. Han revolucionado la vida privada, como pasatiempo; pero también han sido decisivos en nuevos conflictos, convirtiendo de facto al tanque en un vehículo lento, obsoleto e inútil, como atestigua la guerra Ucrania-Rusia. Pero ahora aparece en el horizonte un nuevo modelo, ejemplo de eficacia y al mismo tiempo de camuflaje sin precedentes, relacionado con el mundo animal.
Los científicos están utilizando pájaros disecados para espiar desde el cielo a posibles «presas» humanas. Suena a ciencia ficción o a broma macabra, pero es pura realidad; se trata de drones, controlados a distancia como pequeños aviones, que se utilizan para «rastrear» animales salvajes o seres humanos.
Una nueva era para la vigilancia, por tanto; una forma bastante original de disimular la presencia de un dron en una zona difícil y/o delicada. En lugar de construir un pájaro artificial, basta con utilizar uno disecado, despojado de todo y reconstruido desde el interior como una máquina. Bioingeniería en estado puro.
«A veces mirar a la naturaleza nos proporciona la mejor respuesta para desarrollar y optimizar diferentes sistemas tecnológicos», señaló el Dr. Mostafa Hassanalian, profesor asociado de ingeniería mecánica en New Mexico Tech.
No hay que imaginar necesariamente un uso militar o policial; según los expertos, podrían ser muy útiles para detectar cazadores furtivos y deforestación. Sin embargo, no está claro cómo estos drones, tan parecidos a las aves reales, podrían ser abordados por la fauna salvaje.
En general, los drones «normales» asustan mucho a los animales y provocan, en el caso de las especies más raras y frágiles, un aumento de los latidos del corazón que ciertamente no es bueno y alberga perjuicios para el organismo. Por otra parte, desde el punto de vista militar, no es difícil imaginar qué ventajas aportaría al ejército disponer de drones «camuflados», invisibles al ojo humano, pero igualmente capaces de vigilar y castigar.
«La naturaleza siempre tiene una solución eficaz para muchas tareas complejas de los sistemas tecnológicos actuales. Como el suministro de energía, el movimiento, los sentidos, los tics de desplazamiento», se entusiasma Hassanalian.