Factores como estilo de vida saludable, espiritualidad, bajo estrés y afrontamiento proactivo son comunes entre los centenarios sanos.
A pesar de la pandemia de coronavirus, la esperanza de vida humana sigue aumentando, lo que se refleja en el número de personas que alcanzan los 100 años. En 2015, había más de 450.000 centenarios en todo el mundo, cuatro veces más que en 1990. Las proyecciones sugieren que habrá 3,7 millones de personas centenarias en todo el mundo para 2050.
Aunque la genética juega un papel importante en la longevidad, hay varios factores que se pueden adoptar para prolongar la vida saludable. Según S. Jay Olshansky, profesor de salud pública en la Universidad de Illinois (EE. UU.), hay un límite superior para la longevidad humana que depende de la genética.
Los expertos en envejecimiento se han centrado en las llamadas «Zonas Azules», áreas del mundo donde las personas viven vidas más largas y consistentemente llegan a los 100 años. Algunos ejemplos de estas zonas incluyen Cerdeña, Okinawa, Loma Linda y la Península de Nicoya. Los centenarios de estas comunidades mantienen relaciones interpersonales sólidas, son cercanos a sus familias y confían en sus vecinos.
Tener un propósito en la vida influye en la longevidad. En Costa Rica se le llama «plan de vida», en Okinawa es «ikigai». Un estudio de 2008 encontró que no tener ikigai se relacionaba con un 60% más de riesgo de morir por enfermedad cardiovascular en más de 43.000 japoneses.
La práctica religiosa también influye en la longevidad, pero la espiritualidad no es sinónimo de religión organizada, según el Dr. Jeste. La espiritualidad puede manifestarse en la comunión con la naturaleza o en actos de altruismo. «Un ateo puede ser espiritual en el sentido de que cree en algo más grande, algo que no podemos ver, oír o sentir», dice el médico.
Pertenecer a una iglesia crea un fuerte sentido de comunidad, lo que se ha comprobado que es un factor para vivir más tiempo. La comunidad de Loma Linda exige un estilo de vida saludable y actos de servicio. Un estudio de 2009 encontró que era la fe lo que impulsaba sus hábitos saludables y su bienestar emocional.
Los centenarios saludables suelen mantener bajos niveles de estrés gracias a prácticas como tener un sólido sistema de apoyo y tomar siestas durante el día. El estrés crónico puede causar un desgaste gradual en el cuerpo y se ha relacionado con riesgos para la salud como demencia, ansiedad, insomnio, y un sistema inmunitario debilitado.
«Afrontamiento proactivo» es una práctica valiosa que desafía la edad. Implica prepararse para el éxito anticipando posibles factores estresantes y actuando con anticipación para prevenirlos o mitigar su impacto. Es importante tener una perspectiva realista sobre los factores estresantes de la vida y no hacer una montaña a partir de un grano de arena.