Un tercio de los adultos en España sufren esta intolerancia, una malabsorción del azúcar de la leche que no debe confundirse con una alergia.
Esta patología puede ser desencadenada por diversos alimentos, como la leche, batidos, mantequilla y ciertos quesos, y tiende a empeorar con la edad. A medida que envejecemos, la necesidad de leche disminuye debido a la incapacidad de producir lactasa, una enzima que descompone la lactosa.
Algunos grupos étnicos, como los afroamericanos o asiáticos, presentan mayores índices de intolerancia a la lactosa. Aunque hay debates sobre la necesidad de los lácteos en la edad adulta, son nutricionalmente importantes.
Puede confundirse con otras patologías similares. Es común confundir esta intolerancia con otros síndromes como el intestino irritable. Es importante tener un diagnóstico preciso para evitar alimentos perjudiciales. A veces, las personas evitan los lácteos sin necesidad.
Es importante destacar que la intolerancia a la lactosa no afecta a todas las personas en la misma medida. Por esta razón, es crucial realizar una diagnosis precisa y no se puede generalizar sobre lo que beneficia o perjudica a cada individuo.
Esta intolerancia puede ser causada por diferentes factores, incluyendo la edad y la genética. A medida que envejecemos, podemos sufrir una disminución de lactasa. Además, ciertas razas tienen una mayor susceptibilidad genética, siendo los nórdicos y los escandinavos los menos afectados, y los asiáticos y personas de raza negra los más propensos.
Puede tener causas congénitas ligadas a mutaciones genéticas, y se manifiesta rápidamente con síntomas como hinchazón, cólicos intestinales, flatulencia, diarrea, náuseas, vómitos y estreñimiento. Los síntomas pueden aparecer en media hora después de la ingesta de lactosa.
Es necesario evitar consumir leche y sus derivados como queso, yogur, helado y natas, así como ciertos platos procesados que pueden contener lactosa. Al ser un alérgeno de obligado etiquetado, es importante leer cuidadosamente las etiquetas de los productos para evitar su consumo.
Cabe destacar que la cantidad de lactosa varía en los productos y no afecta a todas las personas de igual manera. Por lo tanto, es importante obtener un diagnóstico preciso para detectar la intolerancia a la lactosa y cada individuo debe decidir cuánto quiere arriesgarse con los síntomas asociados.