¡Aprende a cómo vencer los atracones por ansiedad!
Se llama hambre emocional, y es súbita, insana y viene acompañada de culpa, pero tiene solución si nos lo proponemos.
La alimentación emocional es un proceso en el que nuestro estado de ánimo genera conductas alimentarias que pueden dañar nuestra salud. Este tipo de alimentación se produce cuando nuestro cerebro busca una recompensa inmediata frente a los déficits emocionales.
Los alimentos que contienen elevadas cantidades de azúcares, sodio o grasas son capaces de enviar un mensaje de satisfacción casi inmediato a nuestra mente, aumentando la sensación de apetito.
Las causas que provocan hambre emocional son muy variadas. Saber el origen del problema es la mejor forma de comenzar a resolverlo. Las circunstancias como los conflictos personales, estrés, aburrimiento, y la ansiedad y otras patologías mentales como la depresión están muy ligadas con la sobrealimentación emocional.
Esta conducta al alza contribuye a agravar un problema de salud global. La obesidad se ha triplicado desde 1975, según la OMS. En 2016, había un 39% de adultos con sobrepeso, cifra que sigue aumentando, y que a menudo está en el origen de las enfermedades crónicas no transmitibles. Estas enfermedades son trastornos vasculares, cánceres asociados al sedentarismo, enfermedades respiratorias y diabetes.
Aquí te damos algunos consejos para vencer al hambre emocional.
El primer paso para evitar este tipo de conductas es reconocer cuáles son las causas y motivos que nos llevan al atracón emocional. Ser capaces de distinguir qué tipo de hambre estamos padeciendo puede ser una buena forma de comenzar. El hambre emocional aparece de forma repentina y nos fuerza a darle una solución urgente. Además, es selectiva y normalmente demanda alimentos pocos saludables.
El hambre fisiológica es paulatina y puede esperar. No demanda urgencia para saciarla, y atiende a una gama mucho más amplia de alimentos. En el momento en el que se cubren las necesidades, dejamos de comer. La sensación final es de satisfacción, sin sentimientos de culpa.
Recurrir al ejercicio es bueno para despejar nuestra mente.
Además de reconocer la situación que estamos viviendo, podemos buscar alternativas a esos comportamientos. Practicar ejercicio puede ayudar a disminuir el apetito emocional. Regular el descanso puede ayudarnos a controlar nuestras emociones y disminuir el apetito emocional. También debemos adquirir hábitos de alimentación adecuados, comer lentamente nos ayuda a ser conscientes de los que nos llevamos a la boca y a sentirnos satisfechos antes.
La alimentación emocional puede tener consecuencias negativas para nuestra salud. Identificar el origen del problema y buscar alternativas saludables para controlar el apetito emocional es esencial para prevenir problemas de salud a largo plazo. Con hábitos alimenticios adecuados, ejercicio regular y descanso adecuado, podemos evitar los atracones emocionales y mejorar nuestra salud general.