Toparse con un manipulador emocional puede ponernos en grave peligro. He aquí las señales para reconocerlo y evitar caer en su trampa.
Con el término manipulador afectivo nos referimos a una persona especialmente peligrosa, diferente de la gente corriente, que puede hacernos un gran daño psicológico. Sin tener los conocimientos adecuados, identificar a un manipulador afectivo (sea mujer u hombre) puede ser una operación bastante complicada. De hecho, el manipulador afectivo puede esconderse detrás de cualquiera: la pareja, un amigo, un familiar o un compañero de trabajo.
Normalmente, estas personas, con el objetivo de mantener alta su autoestima, crean dinámicas tales que, quien está a su lado, queda psicológicamente demolido y pasa a depender totalmente de él/ella. Como hemos anticipado, identificar inmediatamente a un manipulador no es nada fácil, porque, en una primera fase, se muestran encantadores, atentos y capaces de comprender en profundidad a la otra persona. En otras palabras, hacen que la otra persona se sienta querida. Pero es solo una máscara. En realidad, cuando la relación se materializa, el manipulador pone en marcha poco a poco sus técnicas, cuyo objetivo es minar la autoestima de la desafortunada víctima para volverla insegura y asustada y, por tanto, totalmente dependiente de él.
Por eso puede ser útil tener más información sobre el tema. Reconociendo las señales manipuladoras, es posible evitar caer en su trampa.
Cuando se cae en la trampa de un manipulador emocional, se denomina «amorbooling», y puede ser realmente peligroso. Por lo tanto, es importante conocer las señales clásicas del manipulador. Normalmente, los manipuladores proceden por pasos. Empiezan con la seducción, para ganarse la aprobación y la confianza de su víctima. Luego pasan al asalto de la autoestima de la víctima, el condicionamiento y la manipulación.
En esencia, la víctima, fascinada pro el manipulador, asimila su punto de vista hasta el punto de hacerlo suyo y, a continuación, se vuelve totalmente dependiente de él. Esta fase, también conocida como «efecto de correa emocional», inicia la fase de manipulación emocional.
En estos casos, las consecuencias para víctima pueden ser devastadoras tanto física como psicológicamente, y puede experimentar problemas como ataques de pánico, miedo, insomnio, dolores de cabeza y trastornos alimentarios. Por lo tanto, si uno se siente a menudo confuso, inadecuado y asustado en una relación, es posible que se trate de una relación manipuladora. En este punto, una buena idea puede ser buscar la ayuda de un psicólogo. Un médico especialista nos ayudará no solo a desvelar la verdadera naturaleza del manipulador, sino también a encontrar la fuerza necesaria para salir de este tipo de relación perjudicial y recuperar nuestra tranquilidad.
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