La vitamina K es el impulso que necesitas para una recuperación inmunitaria y tener una vida plena y saludable.
Esta vitamina es crucial para evitar hemorragias y reparar tejidos dañados. Además, podría ser la clave para envejecer saludablemente. Estudiar las vitaminas era un tema científico muy relevante hace un siglo. En 1912, el bioquímico Casimir Funk acuñó el término «vitamina» para referirse a sustancias esenciales en la dieta para mantener la salud.
El estudio de las vitaminas fue un campo activo en química y fisiología, desde el aislamiento de la tiamina en 1910, hasta el ácido fólico en 1941. Se otorgaron seis premios Nobel entre 1929 y 1943 por la identificación y descripción de las funciones de las diferentes vitaminas. La vitamina K fue descubierta por su efecto antihemorrágico.
Después se descubrió que el forraje en mal estado contenía sustancias prohemorrágicas que hacían que el ganado sangrara espontáneamente. Estos compuestos tenían una estructura similar a la vitamina K y se convirtieron en los primeros anticoagulantes orales. Conocidos como antivitamínicos K, compiten con la vitamina K y son utilizados en medicina para prevenir trombos sanguíneos.
La vitamina K interviene en la modificación irreversible de algunos aminoácidos en proteínas dependientes de ella, como la protrombina, que regula la cascada de coagulación. La modificación da lugar a un nuevo aminoácido que atrapa iones calcio, permitiendo a la proteína unirse a membranas o receptores celulares en función de la concentración de calcio.
En los noventa, se descubrió una proteína dependiente de la vitamina K, la GAS6, capaz de activar receptores celulares relacionados con hormonas de crecimiento. Junto con la proteína S, regula la inflamación y ayuda a recuperar tejidos dañados, así como induce la fibrosis en órganos como el hígado.
Las proteínas dependientes de la vitamina K son importantes para el proceso de envejecimiento, ya que ayudan en la reparación de células dañadas. Se ha propuesto aumentar la ingesta de vitamina K en los mayores para mantener un envejecimiento saludable y prevenir la calcificación de vasos sanguíneos y mejorar la salud ósea.
Las deficiencias en vitamina K son muy raras en humanos, sobre todo se dan en recién nacidos, y se compensan con una dosis al nacer para evitar sangrados. En adultos, las deficiencias solo ocurren en casos de trastornos en la absorción intestinal, ya que la flora intestinal produce precursores de la vitamina K.
Incrementar el consumo de alimentos ricos en vitamina K, como las espinacas o los vegetales de hoja verde, podría mejorar la salud ósea y prevenir la calcificación de los vasos sanguíneos en personas mayores. Además, se cree que también ayuda a mantener los sistemas de reparación y regulación de la inflamación.